viernes, 5 de septiembre de 2008

Una historia de terror llena de tragedias, envidias y traiciones

Yo no me lavo las manos por lo que voy a subir: Una historia de la buena niña Magdalena y su compañero desconocido, que me envían esto a partir de Martín (el mismo de "Rondando por Villaguay") que insistió tanto y... bueno, yo dije: "Lo subiré". Aquí estamos. Ahí va:::::::::::::::

La Bibley según Magdalena y su compañero desconocido:

Había una vez un niño cuadraplégico sordo-mudo que se llamaba Giancarlo Zapatillín que iba andando en su silla de ruedas una noche oscura, después de un carrete de niños cuadraplégicos sordos-mudos en los suburbios de Santiago.
De pronto, un loco ebrio leproso con cara de camión Mixer y olor a mendigo, le dijo: "Giancarlo... ¿Quieres comprar caracolas de oro?"
Giancarlo era un niño bueno y su abuela tetona y austro-húngara siempre le recordaba: "Giancarlo, no hagas caso a las oferrtas de los locos ebrrios leprrosos, porque no son de fiarr", y al principio se atomerizó, pero luego pensó "Oh, caracolas de oro ¿Qué tienen de malo?"
Así que no pudo evitar rebuscar en sus bolsillos por algo de dinero, cuando de repente... ¡Zaz! ¡Un horripilante y babiante HURÓN color caqui le mordió la mano!
Giancarlo gritaba como una niñita mientras daba vueltas en circulos en su silla de ruedas, con el HURÓN colgando de su mano mientras el mendigo bailaba vals al ritmo del sonido que rechinaba su silla de ruedas y riendo como los malos de las películas: Hahahahaha.
Giancarlo no sabía que hacer, estaba acorralado y se dijo: "No me queda otra" Y se tiró de guata a la silla de ruedas para tener una lucha a muerte con el HURÓN.
El tiempo se detuvo, los niños molestosos de siempre comenzaron a tirar porotos granados y el viento emepezó a soplar.
Giancarlo estaba ciego, sordo y cuadraplégico... ¡Qué iba a hacer! Entonces recordó un episodio de su infancia y su accidente: Cuando el vecino tiró un completo por la reja y él que iba ingenuamente caminando por ahí lo pisó, se cayó y se fracturó la columna. Ahí se dió cuenta y un chispazo de luz divina le hizo abrir sus ojos ciegos: "Tengo un completo en mi bolsillo, lo usaré para hacer completo con porotos granados de postre, para que el HURÓN almuerce"
Una vez que pensó esto utilizó algo gasolinoso de gasolina para encender fuego y hacerle un almuerzo al rabioso, horripilante y babeante HURÓN color caqui.
Giancarlo recogió durante meses todos los porotos granados que habían tirado los niños, cocinó durante horas los porotos y el completo viejo y aplastado que tenía en el bolsillo.
Una vez que terminó, el HURÓN dejó de morderle la mano y le dijo: "¿Sabías tú que el IPC del país a bajado drásticamente debido a la inflación causada por grandes empresas capitalistas encargadas de comprar dólares descriteriadamente con el dinero de los impuestos de ciudadanos como tú?
Entonces Giancarlo notó algo extraño en su estómago, una sensación nunca antes vista: Se estaba enamorando del HURÓN, de su manera de echar baba por la boca, de su color caqui, de los peos que se tiró después de comer tanto poroto: ¡Todo en él le parecía maravilloso! el hurón era simplemente hermoso a los ojos de Giancarlo.
La abuela de Giancarlo se preguntó por qué Giancarlo todavía no había llegado a casa... y se respondió: "Le debe de haberr pasado algo" Con esto quedó tranquila y siguió creando nietos con fallas cuadraplégicas.

1 comentario:

Celestino dijo...

Madre mía vaya historia....pobre hurón