viernes, 18 de febrero de 2011

sangre, pixeles y monofónico

Mientras más sudo, parece ser que mejor me va escribiendo. Esta es la tercera entrada de febrero, quizás la última entrada de unas vacaciones bien santiaguinas:::::::::::::::::::::

Luego del llamado a comer, el que informa que el almuerzo ya está preparado, el niño de la familia dejó el tetris en pausa tirado en su pieza y se apresuró en acomodarse en su puesto tradicional de la mesa. Al ser domingo, sus dos papás se encontraban en casa a esa hora de principio de la trade (yo diría que eran las dos y cuarto pm) y también está su hermano mayor, con nuevo par de zapatillas. Los papás le preguntaban si estaban buenas las nuevas zapatillas y el muchacho mayor no quería dar mucha información, por eso respondía sólo con monosílabos.
Mientras se desarrollaba la comida en la cocina, el tetris tirado se proponía custionarse sobre la relación que él tenía con el niño, que era su dueño. El niño ocupaba al tetris para divertirse, para jugar. Y el tetris ocupaba al niño para existir, porque si el niño no lo ocupa, el tetris no existe. Y el tetris se preguntaba cómo sería si se invirtieran los papeles. ¿Cómo él podría jugar con el niño? El tetris fue recordando y recopilando sus gustos, para ver si el niño podía satisfacer sus deseos. De esta manera, el juguete hizo un recuento: 1.- Al tetris le gusta ver sangre, pero no le gusta ver sufrir. 2.- La gusta jugar beisbol (claramente no está hecho en Chile este juguete). 3.- nada más.
Jugar beisbol es muy difícil, ya que el tetris no tiene manos ni pies. Por lo tanto, la opción que queda es ver sangre, pero no ver sufrir. Para esto tiene que conseguirse anestesia para que al niño no le duela cuando le corte la cara. Luego le da unos remedios para una buena cicatrización y listo.
El niño termina de comer y la mamá le ordena que se lave los dientes porque van a ir a pasear al mall y que lleve un polerón, porque a la tarde se entume. El niño luego de lavarse los dientes entra a su pieza a tomar un polerón y en esta lo está esperando el tetris. El niño ingresa a su habitación, abre el closet para tomar un polerón, se da vuelta y ahí está el tetris. El niño se agacha, lo recoge y lo deja arriba del escritorio. Luego acompaña a su familia al mall.

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