Aquí viene una historia especial que me dio un poco de miedo escribirla. Todo bajo el amparo de Daily Rutine, de Animal Collective. Acá va:::::::::::
Habían tres veces:
.Una que luego de ir a la peluquería, trabajaba mis pectorales en el gimnasio del centro comercial y sin pensarlo dos veces pagaba el estacionamiento de este con 300 pesos. Luego llegaba a la casa de mi novia con unas pizzas en cajas de cartón, y nos las comíamos viendo una película de aliens que se mataban porque se querían mucho. El final era bueno, porque al final del film se comprometían en un matrimonio dos de los aliens que en un principio estaban fugados de la policía.
.Una que iba a la casa de mi abuela para que ella me cortara el pelo. Me daba lata porque siempre me lo corta igual, pero por suerte me permite dejarme una colita a lo obi wan kenobi/rodrigo palacio. Con la plata que me dejó mi mamá para el peluquero (que no la ocupé) me fui con mis muchachos a comernos unos helados y a comprar cervezas. Por ser las cinco de la tarde, el tipo que vende el alcohol no da problema que seamos menores de edad. Cuando es de noche hay más vigilancia policial y es más difícil sobrepasar la ley. Finalmente -y afortunadamente- después de las cervezas fuimos a la casa del Martín, en donde siempre llegan sonrientes compañeras de curso que ojalá algún día pueda besar.
.Una que me cortaba el pelo en mi casa para que así yo tenga el control absoluto de mi peinado. Después de eso tengo que pasar la aspiradora en el living porque en la tarde-noche invité a unos amigos a mi casa y mi mamá no tolera que la casa esté impresentable, al igual que los árbitros del torneo nacional según el noventa y siete por ciento de los hinchas. Finalmente llegan dos amigos solamente y luego decidimos ir a otro lugar, donde hay gente que yo no conozco, pero que podrían ser interesantes de conocer. Llegamos allí. Realmente hay gente interesante, que seguramente en un par de años va a salvar al mundo de sus posibles catástrofes (como si los egipcios no lo estuvieran haciendo ahora), pero hay otra gente que de verdá no me interesa. Compitiendo por quién ocupa las palabras más feas para expresarse, y con un breonceado casi radioactivo que da asco, seguramente se agruparán para atacarme a mi y a mis pensamientos que creen que la humanidad es bacán.
Antes de dormir por suerte llego a esta conclusión: Esos son los menos.
domingo, 6 de febrero de 2011
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