jueves, 29 de julio de 2010
nosotros somos los feos
Se me van las vacaciones, pero el invierno se mantiene intacto. Voy a escribir rápido, antes que se me hielen las manitas. Un cuento::::::::::::::::::::::::::::::::::
Un caballero del metro ve que su pantalón está manchado con una mancha, que pareciera ser de mostaza, pero una que viene de químicos raros y baratos, que imitan de una forma no tan parecida al sabor natural de la semilla amarilla. Así, el señor acerca su uña de su mano izquierda para raspar el pantalón y que la mancha ya no se vea más en el traje y que se instale en su dedo anular, evolucionando a mugre. Antes era una mancha y ahora es mugre. Y esta mugre está compuesta de microbios y gérmenes. Los muy apuestos gérmenes. Siempre hacen concursos de bellezas, está repleto de misses y de místers, y no nesecitan de pinturas ni de gimnasios, ya que su lindura es natural, sin retoques. "Ay los gérmenes (suspirando)".
Los bichos venían en la uña del caballero, formando parte de una mugre. El metro se detiene en la estación "Té de hierbas" y en esta estación aparece una publicidad, bien luminosa, de un nuevo tipo de cloro para el baño que mata a gérmenes y microbios en el acto. Los bichos ya están acostumbrados a que los humanos los intenten matar, así que no se sorprendieron por la amenaza que se aparecía frente a ellos, sino lo que los sorprendió fue que ellos estaban siendo caricaturizados como seres vivos de muy mal aspecto: con los ojos saltones, narices con mocos, dientes desordenados y la cara muy sucia. Todos los que estaban en la uña se preguntaron por qué los humanos los veían así, y uno de los más lindos de la mugre le respondió al resto: "Es culpa del maikel López-jara. Él era horrible, y todos nosotros simepre fuimos hermosos, entonces él estaba muy acomplejado por eso. Pero igual iba a la escuela e igual participaba en los concursos de belleza. Nosotros los gérmenes nunca nos reímos de los demás porque sean feos, sólo de los hombres, pero es que esos son bien feos, imposible aguantar la burla. Pero al Maikel, siempre lo tratamos bien." Ahí temrinó la historia, y todos quedaron desencajados, ya que el germen bien apuesto no había explicado nada.
Un microbio rompió el silencio que se había generado luego de la inestructurada historia anterior, diciéndo: "Nosotros los bichos nunca hemos juzgado a nadie. Siempre vemos el lado bonito, porque somos bonitos. Y ahí está López-Jara, llegó lejos el muchacho, apareciéndo en la tele y participando de cortos comerciales. Nunca dejaríamos que algo le pasara. Es como el manantial de la vida"
"Aahh" respondieron casi todos.
Ahí alguien se dio cuenta de lo que sucedía, fue una bactería la que realizó la siguiente tesis: "Los gérmenes y microbios son bien tontos. No pueden reconocer fealdad (aunque es verdad que son bien apuestos), no se dan cuenta del fuerte olor de los venenos que les imponen los humanos, por eso mueren rápidamente, y además inventan gente que nunca existió. ¿Se habrán dado cuenta que Jara era el segundo apellido de Maikel, y que no era un apellido compuesto, como sí lo es Pérez-Cotapos?"
miércoles, 21 de julio de 2010
indefenso como vaquero sin caballo
Juana de Arco no tendría frío en estas circunstancias. Y también me criticaría por mi poca actividad bolguera. Yo le diría que se fuera a lavar el pelo, porque seguramente lo tendría todo pegotiado, y al relacionarse cercanamente con ella se ve asqueroso.
Ella tira flechas, yo tiro cuentos. Y acá les va lo mío, kabuuum:::::::::::::::::::::::
Fin de semana largo y la mamá con su niño, luego de recogerlo de la escuela, van de compras para divertirse juntos los tres días festivos. Seguramente algún ángel o santo hizo algo no tan bonito como lo pintó Miguel Ángel, pero sí algo universalmente reconocido que se debe celebrar como feriado, pero que se chutea a un lunes para que a los que no le importa la celebración se vayan a la playa y aumenten la producción turística, que está "de capa caída" por la temporada de "vacas flacas" que se "atormentó" el trimestre anterior. "Nos estamos comiendo la clara pero no la yema" dijo un "economista" que le encantan las "frases-sinónimos" que van entrecomillas. Al salir del supermercado el chiquillo celebró la adquisición de un libro para colorear y una caja con doce crayones a todo color. Perfecto panorama para despertarse a las nueve de la mañana del sábado, y antes de tomar desayuno, pintar papeles hasta que las huellas digitales se deformen. "¡Yupi!" pensó el niño. Y así fue. Sin despertador, un cuarto para las nueve el muchacho ya estaba de pie y listo para colorear. La primer figura que presentaba el libro era un vaquero, sin caballo, pero con sombrero y una soga. Rápidamente abrió la caja de crayones, sacó el lápiz azul y pintó la chaqueta de ése color. El vaquero pensó que el azul era poco usual en los vaqueros, pero quizás los vaqueros del siglo veintiuno tendrían una forma distinta de vestirse que la de los clásicos de las películas. Así que aceptó la nueva vestimenta. Luego el niño pintó la camisa con el crayón verde claro. Con disgusto el vaquero aceptó el colorante, pero ya no disfrutaba el modelaje matutino que realizaba. "mmm, los pantalones van a ser morados" pensó el nene, y dispuso el lápiz para pintar. El vaquero se enteró del estilo que estaba llevando a cabo su costurero, y no lo aguantó más, se escapó de ahí. Se fue corriendo de la página, se encontró con marcianos y sirenas de las otras hojas. Mientras el pequeño recorría el libro buscando al escurridizo cowboy. Se pasó la selva, nadó en el océano índico, cabalgó osos polares y pelió en contra de los romanos. Hasta que llegó a la última página, ya no tenía escapatoria y se enfrentó al intimidante lápiz color morado. Con los ojos cerrados el tradicional vaquero se sometió a la cultura actual. Y la mariposa, que estaba en esa página antes que se apareciera el vaquero, se sonrió al saber que en su mundo-libro-para-colorear las desciciones las toma un niño que aún no sabe combinar colores.
Ella tira flechas, yo tiro cuentos. Y acá les va lo mío, kabuuum:::::::::::::::::::::::
Fin de semana largo y la mamá con su niño, luego de recogerlo de la escuela, van de compras para divertirse juntos los tres días festivos. Seguramente algún ángel o santo hizo algo no tan bonito como lo pintó Miguel Ángel, pero sí algo universalmente reconocido que se debe celebrar como feriado, pero que se chutea a un lunes para que a los que no le importa la celebración se vayan a la playa y aumenten la producción turística, que está "de capa caída" por la temporada de "vacas flacas" que se "atormentó" el trimestre anterior. "Nos estamos comiendo la clara pero no la yema" dijo un "economista" que le encantan las "frases-sinónimos" que van entrecomillas. Al salir del supermercado el chiquillo celebró la adquisición de un libro para colorear y una caja con doce crayones a todo color. Perfecto panorama para despertarse a las nueve de la mañana del sábado, y antes de tomar desayuno, pintar papeles hasta que las huellas digitales se deformen. "¡Yupi!" pensó el niño. Y así fue. Sin despertador, un cuarto para las nueve el muchacho ya estaba de pie y listo para colorear. La primer figura que presentaba el libro era un vaquero, sin caballo, pero con sombrero y una soga. Rápidamente abrió la caja de crayones, sacó el lápiz azul y pintó la chaqueta de ése color. El vaquero pensó que el azul era poco usual en los vaqueros, pero quizás los vaqueros del siglo veintiuno tendrían una forma distinta de vestirse que la de los clásicos de las películas. Así que aceptó la nueva vestimenta. Luego el niño pintó la camisa con el crayón verde claro. Con disgusto el vaquero aceptó el colorante, pero ya no disfrutaba el modelaje matutino que realizaba. "mmm, los pantalones van a ser morados" pensó el nene, y dispuso el lápiz para pintar. El vaquero se enteró del estilo que estaba llevando a cabo su costurero, y no lo aguantó más, se escapó de ahí. Se fue corriendo de la página, se encontró con marcianos y sirenas de las otras hojas. Mientras el pequeño recorría el libro buscando al escurridizo cowboy. Se pasó la selva, nadó en el océano índico, cabalgó osos polares y pelió en contra de los romanos. Hasta que llegó a la última página, ya no tenía escapatoria y se enfrentó al intimidante lápiz color morado. Con los ojos cerrados el tradicional vaquero se sometió a la cultura actual. Y la mariposa, que estaba en esa página antes que se apareciera el vaquero, se sonrió al saber que en su mundo-libro-para-colorear las desciciones las toma un niño que aún no sabe combinar colores.
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