domingo, 21 de diciembre de 2008

Presionada monotonía

Nada tiene que ver un cumpleaños con el futuro y con este blog. Son cosas totalmente independientes y que nunca se entrecruzarán. Ahora si les salta alguna duda, pregúntenla porque se las voy a responder. Ya bueno, haré el intento. Un cuento:::::::::::::::::::::::::::::

Algo que no le gustaba al Tony era limpiar la vereda correspondiente a su casa. Siempre estaba llena de hojas, polvos, papeles plásticos y algunas cacas. Abría la reja de su hogar, sacaba una pala y una escoba y comenzaba la aburrida mañana llena de calor desagradable. A Tony no le gusta el calor, entonces se tiene que desabrigar para sentir las pocas brisas que corren a estas alturas del año.
Después de estar un rato barriendo y regañando, Tony creía que estaba detenido en el tiempo y espacio: barría, barría y/o limpiaba y la suciedad mugrosa no se acababa. Habría trabajado más de una hora y la calle seguía igual.
Tony tenía que obedecerle a su padre y a pesar del calor y de las ganas de ver tele con hielo, él continuó aburriéndose en su vereda.
Ahora se veía un avance, se despejaba el asfalto. Pasaban unos perros que no ladraban, unos autos buscando calles y también pasó una señora que venía de comprar algo en el almacén. Tony continuó trabajando y el polvo lo volvió a molestar, cubriendo más metros de asfalto. Ya no quería más. Y volvió a pasar la señora, con el producto que compro en el almacén y con un perro mirando y no ladrando. El niño pensó que ya había visto a esa señora. Tenía razón, naturalmente.
Ya eran las doce del día y el sol estaba estratégicamente encima de la cabeza de Tony, provocando malestar en el niño. Mareos sobre todo, impidiendo un buen trabajo. La señora volvió a pasar, llamando al polvo y cubriéndolo todo de suciedad y más hojas que antes. "Ya no da más", pensó. Se fue o más bien se quería ir, pero vio que la calle estaba sucia, otra y otra vez. El sol parecía no moverse y la escoba casi que le hacía el quite a las manos de Tony, porque ya no quería trabajar más. La señora volvió a pasar y el niño quedó paralizado y dijo: ¡¿Qué pasa con este mundo?!
Lo siento Tony, Dios se quedó dormido encima del control remoto.

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