jueves, 3 de enero de 2013

Cosas que alguien de mi edad le contaría a otra persona de su edad



Cacha que escribí un cuento de estos pa Santiago en cien palabras cachai y la hueá estaba terrible de buena, así como que era muy preciso porque tenía cien palabras, jajaj, y además como que no le faltaba nada, onda lo leíai y no sobraba nada, así perfect. Y ya po, estaba donde la Camila y estábamos viendo una película, más mala que la chucha la hueá. Era una de este loco de Austin Powers, ¿cómo se llama? Esa hueá, Mike Myers, que hace como de un indio de la India que es un consejero como de celebridades, una hueá rara y, puta, en la película culiá tiran puras tallas fomes. Sale también ésta loca, la Jessica Alba, que por más rica que sea, puta que actúa mal y el personaje además que le pusieron, no tenía por donde hacer una hueá decente. Ya, pico, la hueá es que estábamos con la Camila viendo esta mierda fome y la Camila me comenta que hoy día se acababa el plazo pa mandar los cuentos a la hueá de Santiago en cien palabras. Y yo así como, puta la hueá, onda, no voy a alcanzar a mandar la hueá. No lo tenía pasao a computador, porque lo escribí a mano; soy todo un poético escribiendo hueás a mano, jaja. Y tenía la hueá en mi casa, y yo estaba donde la Camila y en micro me demoro entre media hora y cuarenta minutos a mi casa, pero ya era tarde po. Eran como las once de la noche. Y el plazo era hasta ese día, hasta las 12 de la noche. Entonces no sabía qué hacer y la Camila me dijo, mauri, llama a tu casa y dile a tu hermano que lo mande. Y yo así, buena loca, bacán, le di un beso  y llamé a mi casa. Llamé y no contestaba nadie. Llamé de nuevo y nada. Y de ahí me acordé que era la fiesta de graduación de cuarto medio del cabro chico, entonces estaba él con mis dos papás en la hueá de fiesta y no había nadie en mi casa. Y, puta hueón yo estaba seguro que si mandaba el cuento iba a ganar. Entonces la piqué po, me fui corriendo pal paradero y la Camila me decía, pero mi amor, lo mandai pal otro año, y yo estaba como loco así, enajenado y le decía  no no, tengo que llegar, tengo que puro llegar, y la Camila, pero hueón, pico con la hueá de cuento, y yo iba saliendo de su casa y me frené y le dije, pero cómo que “hueá de cuento”, no sabí lo que me costó escribirlo y la hueá. Y puta, la Camila se enojó caleta, onda, es que hueón, no me pescai nunca, siempre andai preocupao de otras cosas, nunca te preocupai por mí, no me podí tener tan en segundo plano, esta hueá del Santiago en 100 Palabras, hueón, pa que menos importante pa vo la hueá y aún así salí arrancando de mi casa pa poder cumplir con la hueá. Yo no sabía que responderle, como pa no cagarla cachai, pero me fui en la que pensaba nomás po y le dije que, primero, no podía ser tan egoísta y pensar que yo tengo que estar con ella en todo momento y pensar todo el rato en que primero está ella. Yo le dije, Camila, en todo momento ando pensando en ti, de verdá te tengo terrible presente en todo lo que hago. En lo que hago y en lo que no hago. Y la Camila me iba a hablar de vuelta y me adelanté y le dije, y en segundo lugar, no podí enojarte por cualquier hueá; siento que de verdá puede salir algo bueno de ese cuento y no me lo echí a perder, porfa, no te enojí por esta hueá y no me frení tampoco. Y la Camila me dijo ya ándate nomás, de ahí hablamos. Y yo como, ya po, me voy. Que estí bien, le dije, así terrible de cortante, jaja, y me fui corriendo pal paradero, porque estaba justo con el tiempo po. Y hueón, iba llegando al paradero y pasa la 403 conchetumadre, y a esa hora igual se demoran en pasar y yo estaba justo con el tiempo y no sabía qué hacer. Y en la locura así, paré un taxi, que estaba viniendo justo detrás de la micro que acababa de pasar. Miré mi billetera y tenía luca hueón, ¡Luca! El hueón cagao, estaba en la miseria y le dije al taxista, le pago luca si me deja delante de esa micro en el paradero que viene. Y el taxista muy tranquilo me dijo ya, y me subí y el culiao la picó caleta, así pguuu y se tiró delante de la micro y la micro pegó una chantá maomeno y le pegó el terrible bocinazo y el taxista quedó adelante po. Cuando el micrero lo estaba tapando en bocinazos, el taxista se dio vuelta y me dijo son mil pesos. Jajaja taxista culiao, le pagué la hueá y hice parar la micro. Como ya estaba pará la weá sólo me abrió la puerta y me preguntó ¿qué onda ese compadre? Yo me hice el hueón y le dije no sé. Igual pagué el pasaje y todo. Me quedaba plata en el pase.
Miré la hora y eran las once y media y yo pensaba conchetumare, que la pique este hueón porque sino no llego ni cagando a mandar la hueá. La micro iba bajando por Irarrázabal y la hueá paraba en todos los semáforos conchetumare, y yo estaba así pal pico, vuelto loco con la hueá. Es que en verdá yo creía que iban a elegir mi cuento. Y ahí en Manuel Montt, donde está el teatro municipal, se sube la tami. Y yo así, puta la hueá, desde que terminamos que no hemos hablado nada. Y yo así, puta la hueá que ando con mala cuea y miraba pal techo, me hacía el hueón. Además se me había descargado el celular, entonces no andaba con nada pa escuchar música ni pa jugar, entonces como que no me podía hacer el hueón haciendo otras hueás. La miré de repente y me miró de vuelta y me dijo hola, se me acercó y nos saludamos. Y puta, la situación más incómoda que la chucha cachai, como que atiné a preguntarle qué hacía por Irarrázabal, porque la mina vive en Maipú. Y me dijo, no es que había una tocata de Denver, una hueá así media maraca y que se estaba yendo pa su casa. Y yo como, ah buena. Jajaja, no sabía qué chucha hablarle hueón, como que la relación nunca fue buena y además cómo terminamos. Le pregunté dónde se bajaba, jaja, pa saber más o menos cuanto rato de incomodidad me quedaba. Y se bajó ahí en Vicuña, así que en verdá fue muy piola, no hablamos ni una hueá, onda cómo me estaba yendo en la u y esas mierdas típicas de cuando la gente se encuentra y no sabe qué chucha hablar. Ya, la tami se bajó en Vicuña y ya eran 20 pa las 12 y yo, conchetumareee, no voy a alcanzar a llegar a mi casa y hueá. Me bajé en la alameda, tomé al toque la 401 y la hueá se fue hecha un pico pa bajo, onda paraba en las estaciones de metro nomá, y si es que. La zorra la hueá po. Yo estaba en éxtasis, no sé por qué tan así, si es un cuento nomás, pero yo estaba sintiendo el viaje así terrible de adrenalínico, estaba en una volá muy cuática. La hueá se demoró como 10 minutos a república, la hueá hecha un pico así, y llegué  a mi casa y la conchatumadre no tenía las llaves, puta madre. Fui donde el José, porque hay una forma de pasarse de su casa a la mía. Era tarde, me importó un pico, le toqué el timbre de la casa nomá, porque no me quedaba batería pa llamarlo. Salió su vieja así reclamando caleta, quién toca el timbre a esta hora y la hueá. Yo como, hola tía, necesito urgente al José, que necesito entrar a mi casa y se me quedaron las llaves y no hay nadie porque es la graduación del Jorge. Y la tía como, ya y la hueá. Apareció el José así, con cara de que se estaba pajiando y le dije, hueón necesito entrar a mi casa y métete a la página de Santiago en cien palabras, porque tengo que mandar un cuento. Y me empezó a putiar el culiao, onda no podí ser tan mamón pa mandar hueás a esa mierda, la hueá trolla, y yo, cállate hueón, y métete a la página, que me quedan como 2 minutos pa mandar la hueá. Ya, el culiao se conectó y yo me pasé a mi casa, encontré al toque el cuento, porque lo tenía como enmarcao en el escritorio de mi pieza jaja. Escribí la hueá en la página y le puse enviar. Y la hueá se quedó pagada en enviando. Y yo así, ¡nooo!, y el José estaba así, no te preocupí hueón, si la hueá se queda pegada de repente, pero funciona. La hueá es que su computador se quedó pegado pa siempre, onda pasaron como dos horas ahí con el José y la hueá no pasaba na. El José me decía, hueón reiniciémoslo, y yo hací, no hueón, se va a perder la hueá y hueá po. Y el culiao me decía, no seai hueón, la hueá ya era, necesito rescatar mi notebook, yo ocupo la hueá po. Y yo así, ya haz la hueá que querai. Y me fui pa mi casa. Desde mi computador me metí a Santiago en cien palabras y empecé a cachar si es que había alguna forma de saber si se había mandado el cuento, algún tipo de historial de la hueá, no sé po. Y la hueá nada po. Y puta, no sé si se mandó el cuento o no po. Y una mierda, porque no sé si mandarlo de nuevo, porque si lo mando pal otro año y los locos que lo revisan cachan que se mandó de nuevo un cuento, los locos no van a pescar mi cuento y me van a huebiar de que estoy mandando hueás que ya leyeron y hueá.