Cacha que
escribí un cuento de estos pa Santiago en cien palabras cachai y la hueá estaba
terrible de buena, así como que era muy preciso porque tenía cien palabras,
jajaj, y además como que no le faltaba nada, onda lo leíai y no sobraba nada,
así perfect. Y ya po, estaba donde la Camila y estábamos viendo una película,
más mala que la chucha la hueá. Era una de este loco de Austin Powers, ¿cómo se
llama? Esa hueá, Mike Myers, que hace como de un indio de la India que es un
consejero como de celebridades, una hueá rara y, puta, en la película culiá
tiran puras tallas fomes. Sale también ésta loca, la Jessica Alba, que por más
rica que sea, puta que actúa mal y el personaje además que le pusieron, no
tenía por donde hacer una hueá decente. Ya, pico, la hueá es que estábamos con
la Camila viendo esta mierda fome y la Camila me comenta que hoy día se acababa
el plazo pa mandar los cuentos a la hueá de Santiago en cien palabras. Y yo así
como, puta la hueá, onda, no voy a alcanzar a mandar la hueá. No lo tenía pasao
a computador, porque lo escribí a mano; soy todo un poético escribiendo hueás a
mano, jaja. Y tenía la hueá en mi casa, y yo estaba donde la Camila y en micro
me demoro entre media hora y cuarenta minutos a mi casa, pero ya era tarde po.
Eran como las once de la noche. Y el plazo era hasta ese día, hasta las 12 de
la noche. Entonces no sabía qué hacer y la Camila me dijo, mauri, llama a tu
casa y dile a tu hermano que lo mande. Y yo así, buena loca, bacán, le di un
beso y llamé a mi casa. Llamé y no
contestaba nadie. Llamé de nuevo y nada. Y de ahí me acordé que era la fiesta
de graduación de cuarto medio del cabro chico, entonces estaba él con mis dos
papás en la hueá de fiesta y no había nadie en mi casa. Y, puta hueón yo estaba
seguro que si mandaba el cuento iba a ganar. Entonces la piqué po, me fui
corriendo pal paradero y la Camila me decía, pero mi amor, lo mandai pal otro
año, y yo estaba como loco así, enajenado y le decía no no, tengo que llegar, tengo que puro
llegar, y la Camila, pero hueón, pico con la hueá de cuento, y yo iba saliendo
de su casa y me frené y le dije, pero cómo que “hueá de cuento”, no sabí lo que
me costó escribirlo y la hueá. Y puta, la Camila se enojó caleta, onda, es que
hueón, no me pescai nunca, siempre andai preocupao de otras cosas, nunca te
preocupai por mí, no me podí tener tan en segundo plano, esta hueá del Santiago
en 100 Palabras, hueón, pa que menos importante pa vo la hueá y aún así salí arrancando
de mi casa pa poder cumplir con la hueá. Yo no sabía que responderle, como pa
no cagarla cachai, pero me fui en la que pensaba nomás po y le dije que,
primero, no podía ser tan egoísta y pensar que yo tengo que estar con ella en
todo momento y pensar todo el rato en que primero está ella. Yo le dije,
Camila, en todo momento ando pensando en ti, de verdá te tengo terrible
presente en todo lo que hago. En lo que hago y en lo que no hago. Y la Camila
me iba a hablar de vuelta y me adelanté y le dije, y en segundo lugar, no podí
enojarte por cualquier hueá; siento que de verdá puede salir algo bueno de ese
cuento y no me lo echí a perder, porfa, no te enojí por esta hueá y no me frení
tampoco. Y la Camila me dijo ya ándate nomás, de ahí hablamos. Y yo como, ya
po, me voy. Que estí bien, le dije, así terrible de cortante, jaja, y me fui
corriendo pal paradero, porque estaba justo con el tiempo po. Y hueón, iba
llegando al paradero y pasa la 403 conchetumadre, y a esa hora igual se demoran
en pasar y yo estaba justo con el tiempo y no sabía qué hacer. Y en la locura
así, paré un taxi, que estaba viniendo justo detrás de la micro que acababa de
pasar. Miré mi billetera y tenía luca hueón, ¡Luca! El hueón cagao, estaba en
la miseria y le dije al taxista, le pago luca si me deja delante de esa micro
en el paradero que viene. Y el taxista muy tranquilo me dijo ya, y me subí y el
culiao la picó caleta, así pguuu y se tiró delante de la micro y la micro pegó
una chantá maomeno y le pegó el terrible bocinazo y el taxista quedó adelante
po. Cuando el micrero lo estaba tapando en bocinazos, el taxista se dio vuelta
y me dijo son mil pesos. Jajaja taxista culiao, le pagué la hueá y hice parar
la micro. Como ya estaba pará la weá sólo me abrió la puerta y me preguntó ¿qué
onda ese compadre? Yo me hice el hueón y le dije no sé. Igual pagué el pasaje y
todo. Me quedaba plata en el pase.
Miré la hora y
eran las once y media y yo pensaba conchetumare, que la pique este hueón porque
sino no llego ni cagando a mandar la hueá. La micro iba bajando por Irarrázabal
y la hueá paraba en todos los semáforos conchetumare, y yo estaba así pal pico,
vuelto loco con la hueá. Es que en verdá yo creía que iban a elegir mi cuento.
Y ahí en Manuel Montt, donde está el teatro municipal, se sube la tami. Y yo
así, puta la hueá, desde que terminamos que no hemos hablado nada. Y yo así,
puta la hueá que ando con mala cuea y miraba pal techo, me hacía el hueón.
Además se me había descargado el celular, entonces no andaba con nada pa
escuchar música ni pa jugar, entonces como que no me podía hacer el hueón
haciendo otras hueás. La miré de repente y me miró de vuelta y me dijo hola, se
me acercó y nos saludamos. Y puta, la situación más incómoda que la chucha
cachai, como que atiné a preguntarle qué hacía por Irarrázabal, porque la mina
vive en Maipú. Y me dijo, no es que había una tocata de Denver, una hueá así
media maraca y que se estaba yendo pa su casa. Y yo como, ah buena. Jajaja, no
sabía qué chucha hablarle hueón, como que la relación nunca fue buena y además
cómo terminamos. Le pregunté dónde se bajaba, jaja, pa saber más o menos cuanto
rato de incomodidad me quedaba. Y se bajó ahí en Vicuña, así que en verdá fue
muy piola, no hablamos ni una hueá, onda cómo me estaba yendo en la u y esas mierdas
típicas de cuando la gente se encuentra y no sabe qué chucha hablar. Ya, la
tami se bajó en Vicuña y ya eran 20 pa las 12 y yo, conchetumareee, no voy a
alcanzar a llegar a mi casa y hueá. Me bajé en la alameda, tomé al toque la 401
y la hueá se fue hecha un pico pa bajo, onda paraba en las estaciones de metro
nomá, y si es que. La zorra la hueá po. Yo estaba en éxtasis, no sé por qué tan
así, si es un cuento nomás, pero yo estaba sintiendo el viaje así terrible de
adrenalínico, estaba en una volá muy cuática. La hueá se demoró como 10 minutos
a república, la hueá hecha un pico así, y llegué a mi casa y la conchatumadre no tenía las
llaves, puta madre. Fui donde el José, porque hay una forma de pasarse de su
casa a la mía. Era tarde, me importó un pico, le toqué el timbre de la casa nomá,
porque no me quedaba batería pa llamarlo. Salió su vieja así reclamando caleta,
quién toca el timbre a esta hora y la hueá. Yo como, hola tía, necesito urgente
al José, que necesito entrar a mi casa y se me quedaron las llaves y no hay
nadie porque es la graduación del Jorge. Y la tía como, ya y la hueá. Apareció
el José así, con cara de que se estaba pajiando y le dije, hueón necesito
entrar a mi casa y métete a la página de Santiago en cien palabras, porque tengo
que mandar un cuento. Y me empezó a putiar el culiao, onda no podí ser tan
mamón pa mandar hueás a esa mierda, la hueá trolla, y yo, cállate hueón, y
métete a la página, que me quedan como 2 minutos pa mandar la hueá. Ya, el
culiao se conectó y yo me pasé a mi casa, encontré al toque el cuento, porque
lo tenía como enmarcao en el escritorio de mi pieza jaja. Escribí la hueá en la
página y le puse enviar. Y la hueá se quedó pagada en enviando. Y yo así,
¡nooo!, y el José estaba así, no te preocupí hueón, si la hueá se queda pegada
de repente, pero funciona. La hueá es que su computador se quedó pegado pa
siempre, onda pasaron como dos horas ahí con el José y la hueá no pasaba na. El
José me decía, hueón reiniciémoslo, y yo hací, no hueón, se va a perder la hueá
y hueá po. Y el culiao me decía, no seai hueón, la hueá ya era, necesito rescatar
mi notebook, yo ocupo la hueá po. Y yo así, ya haz la hueá que querai. Y me fui
pa mi casa. Desde mi computador me metí a Santiago en cien palabras y empecé a
cachar si es que había alguna forma de saber si se había mandado el cuento,
algún tipo de historial de la hueá, no sé po. Y la hueá nada po. Y puta, no sé
si se mandó el cuento o no po. Y una mierda, porque no sé si mandarlo de nuevo,
porque si lo mando pal otro año y los locos que lo revisan cachan que se mandó
de nuevo un cuento, los locos no van a pescar mi cuento y me van a huebiar de
que estoy mandando hueás que ya leyeron y hueá.